El 15 de junio de 2010 podíamos leer en la prensa que “China limita la edad para ascender al Everest entre 18 y 60 años” justo cuando el estadounidense Jordan Romero, de 13 años, se convirtiera en el montañero más joven de la historia en coronarlo y mientras el nepalí Bahadur Serchan (76 años) era el más anciano en tocar el techo del planeta.
En Mayo de 2013, nuevamente la prensa, nos informa que «Dos octogenarios compiten por la conquista del Everest«. El nepalí Min Bahadur Sherchan (81 años) y el japonés Yuichiro Miura (de 80), luchan actualmente por coronar la montaña más alta del planeta. No es su primera lucha ya que son viejos conocidos porque en 2008 ya se enfrentaron en un duelo similar por la conquista del Everest cuando tenían 76 y 75 años respectivamente.
El Everest tiene una altura de 8848 metros. Números muy parecidos en esperanza de vida 83´1 años y a los que quizás no tardemos mucho en llegar de manera que la esperanza de vida se sitúe en los 88´** años.
También parece claro que la misma cosa se puede llamar de diferentes maneras y a ella se puede llegar por diferentes caminos.
El Everest, que recibe ese nombre en su forma más conocida en honor al geógrafo gales George Everest, tiene otras denominaciones dependiendo de quién y de donde proceda. Para los nepalíes se denomina Sagarmatha “La frente del cielo”, mientras que en tibetano se denomina Chomolungma o Qomolangma «Madre del universo», y en chino es Zhūmùlǎngmǎ Fēng o Shèngmǔ Fēng.
En cualquier caso, la misma cosa: la montaña más alta del planeta.
Algo parecido sucede con el imaginario social que tenemos de la vejez en las diferentes sociedades y en las diferentes etapas de la historia. Lo que sí está claro es que la imagen que de la vejez se pudiera tener a principios del siglo XX no se parece casi en nada a la imagen que de la misma podemos tener hoy de nuestras personas mayores.
Se incrementa la distancia entre vejez y dependencia de modo y manera que si asumimos que la etapa de “personas mayores” la tomamos edadistamente en los 65 años coincidiendo con la teórica edad de jubilación, debemos disociar radicalmente vejez y dependencia.
Si la tendencia es a ligar el inicio de la vejez con la edad de la jubilación ¿sucederá lo mismo al incrementar la edad de la misma? o por el contrario tomaremos nuevas formas para determinar el momento. Recordemos que para las Naciones Unidas esta edad se sitúa en los 60 años.
La vejez y el envejecimiento como el Everest tienen diferentes puntos de vista. Tiene diferentes formas de afrontarla, tiene diferentes factores externos que la condiciona. Pero ahí está pero tan importante o más que llegar a la cima es ser capaces de disfrutar del camino que lleva a ella.
La montaña se inicia a ascender desde el momento en que comenzamos a preparar el diseño de la expedición. Y la capacidad de adaptación a las adversidades y diversidades nos ayudara a hacer cumbre disfrutando aún más.